Los mitos
26/04/21
Empezamos con los mitos
·
Leé con atención el siguiente mito:
Ulises y el
caballo de Troya
Los griegos llevaban mucho tiempo
frente a las puertas de la ciudad de Troya, a la que habían declarado la guerra
diez años antes. Habían intentado entrar en la ciudad una y mil veces,
pero nunca lo conseguían. La ciudad parecía inexpugnable y poco a poco el
cansancio y el desánimo empezaba a hacer mella entre los soldados. Diez años
era demasiado tiempo para estar alejados de sus casas y sus familias y encima
no obtener ningún resultado.
Pero pese a los años y el cansancio todavía
había un capitán, que tenía fama de astuto y mentiroso, todo hay que
decirlo, que mantenía la esperanza. Se llamaba Ulises y era el rey de la
pequeña isla de Ítaca. Ulises jamás se daba por vencido así que decidió
pensar algo, una estrategia que devolviese la alegría a sus soldados y pudiesen
por fin conquistar Troya.
Por fin un día, tras darle
muchas vueltas a la cabeza, se le ocurrió una buena idea. Aunque en realidad
parece ser que quien se la inspiró fue la diosa Atenea, que convertida en
brisa se acercó a Ulises y le susurró al oído un plan. En
cuanto Ulises lo tuvo claro fue donde sus tropas y les dijo: - Sé cómo conquistar Troya.
Enseguida, Agamenón,
el jefe supremo de las tropas griegas, le preguntó qué debían hacer. A lo
que Ulises respondió sin dudarlo: - Levantar el campamento. ¡Nos vamos!
Os podéis figurar
que Agamenón no daba crédito a la respuesta. Ulises se
había vuelto loco. A quién se lo ocurría pensar en abandonar el campamento
y volver a casa como perdedores, sin luchar hasta el final.
Ulises que se dio cuenta de lo que pasaba por
la cabeza de Agamenón, le tranquilizó: - No te preocupes, no estoy loco. No vamos a abandonar. Levantar el
campamento es solamente la primera parte de mi plan.
Ulises le contó el plan
completo a Agamenón y una vez conocido le pareció una idea estupenda y se
pusieron manos a la obra. En tres días, cuando los troyanos se asomaron a
ver la gran llanura que se extendía tras las murallas de la ciudad, no podían
creer lo que veían. Ésta estaba desierta, no había ni un soldado, los griegos
habían levantado el campamento y se les veía a lo lejos en sus barcos navegando
en dirección a su tierra.
¡Habían abandonado!¡Los griegos se habían
rendido!
La noticia corrió como la pólvora. No se hablaba de otra cosa en las
calles de Troya, realmente nadie entendía qué había ocurrido para que los
griegos abandonasen tan precipitadamente, pero daba igual. Por fin lo
habían conseguido, la guerra había terminado. Ya no habría sangre, ni dolor, ni
heridos, ni llanto.
Pero de pronto desde lo alto de la muralla dos centinelas, señalando hacía lo
lejos, dijeron:
- Los griegos han dejado
algo en su campamento.
En efecto, entre las tiendas abandonadas, se veía una escultura de gran tamaño
que el propio rey Príamo quiso examinar de cerca, así que acompañado
de un séquito de notables abandonó la ciudad y se trasladó hasta donde estaba
la enorme escultura.
Cuando llegaron allí se encontraron con un precioso caballo, realizado en
madera, en cuyos pies había la siguiente nota: Este regalo de los griegos es una ofrenda dedicada a Atenea para
que nos permita volver sanos.
Los troyanos eran un
pueblo muy religioso que sentía gran respeto por los dioses, así que nunca se
hubiesen atrevido a causar cualquier agravio a estos.
Si es una ofrenda a los dioses, no podemos
destruirlo… -dijo uno de los notables.
Por supuesto que no – contestó
otro-. Nos lo llevaremos al
interior de la ciudad y lo colocaremos frente al templo de Atenea.
Todos los allí presentes estuvieron de acuerdo. Ahora que la guerra había
terminado no iban a enojar a la diosa, así que ayudados por cuerdas arrastraron
el caballo al interior de la ciudad.
Tras colocar al caballo
frente al templo de la diosa comenzó la fiesta para los troyanos quienes
se dedicaron a comer, beber y bailar durante todo el día. Había que festejar la
victoria. Así que cuando llegó la noche agotados se fueron a dormir. No se
oía nada en la ciudad, ni una mosca, pero justo en ese momento, del
interior del caballo, salió lo siguiente:
- Es
el momento de atacar.
¿Sabéis de quién era la voz? Sí, sí de Ulises. El caballo no era una ofrenda para
Atenea sino una trampa con la que poder entrar en la ciudad. Lo habían
construido ellos mismos de madera y había dejado su interior hueco para que
allí se pudiesen esconder Ulises y otros veinte guerreros.
Durante todo el día habían permanecido quietos y en silencio. Realmente había
sido duro pues el calor que hacía en el interior del caballo era insoportable,
pero había merecido la pena.
Ulises y los suyos
abandonaron la escultura y corrieron a la muralla para abrir sus puertas de par
en par y que así el resto de los soldados -esos que parecía que volvían en sus
barcos a su tierra, obviamente otro engaño parte del plan- pudieran entrar en
la ciudad.
La guerra había acabado, pero no como los troyanos pensaban…
A veces una buena idea puede más que diez años con armas.
1) Respondé en tu carpeta:
a- ¿De qué origen
es el mito leído?
b- ¿Quién es el
protagonista de esta historia?
c- ¿Cuál fue su
plan para conquistar la ciudad de Troya?
d- ¿Ulises logró
su cometido?
e- ¿Por qué el texto
leído es un mito?
2) Completá las siguientes oraciones:
·
Ulises era el rey de
·
Príamo era
·
Agamenón era
3) ¿Qué signo de puntuación se utiliza
en el texto para introducir las voces de los personajes?
4) Buscá en el diccionario el significado de las palabras que no conozcas y
explicá el sentido de las siguientes expresiones:
a- La
ciudad parecía inexpugnable.
b- El
desánimo empezaba a hacer mella entre los soldados.
c- La noticia
corrió como la pólvora.
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