ACTIVIDAD 17 Prácticas del lenguaje: Cuento de terror
ACTIVIDAD
N°
17
¡Qué
miedo!
1)
Leé la siguiente historia:
Lo que se tragó la tierra
Don
Melquíades era un anciano tacaño y de corazón endurecido. Aunque
tenía tres hijas que se desvivían por él y lo colmaban de
atenciones, su única felicidad provenía de contar las diez monedas
de oro que había ahorrado. Así que, cuando sintió que se acercaba
el fin de sus días, se sentó en su silla mecedora y llamó a sus
hijas para hacerles prometer que lo enterrarían con sus preciadas
monedas.
A
los pocos días, el anciano falleció y las hijas cumplieron su
última voluntad. Sin embargo, al cabo de unos meses, las hijas
descubrieron que el padre tenía muchas deudas que no podían saldar
con lo poco que ganaban trabajando.
—¿Qué
haremos? —dijo Esmeralda, la hija mayor, a sus hermanas—. Nuestro
padre yace con oro y nosotros con sus deudas. Esta noche iré al
cementerio y desenterraré las monedas. Pagaremos las deudas y
viviremos tranquilas.
La
joven se dirigió al cementerio con pala en mano y regresó a casa
con las monedas. Las hermanas cenaron muy felices y se acostaron a
dormir.
Pero
al llegar la media noche, escucharon un golpe en la puerta y una voz
del más allá decir:
—Esmeralda,
Esmeralda, a tu promesa le has dado la espalda.
Esmeralda
miró por la ventana y vio a su padre, don Melquíades, a quien le
faltaba una oreja y tres dedos de la mano. Presa del miedo, la joven
entreabrió la puerta y tiró las monedas.
Pasaron
unos pocos meses y las deudas continuaron apilándose, las hermanas
estaban desesperadas.
—Llevo
lavando ropa y limpiando casas ajenas sin disfrutar un centavo de mi
trabajo, mientras que nuestro padre descansa con un tesoro en su
ataúd. Esta noche iré al cementerio y desenterraré las monedas
—dijo Gema, la hermana del medio.
La
joven se dirigió al cementerio con pala en mano y regresó a casa
con las monedas. Las hermanas cenaron felices y se acostaron a
dormir.
Pero
al llegar la media noche, escucharon un golpe en la puerta y una voz
espectral decir:
—Gema,
Gema, te quedas con lo que no es tuyo, ¿no le ves ningún problema?
Gema
miró por la ventana y vio a su padre, don Melquíades, a quien le
faltaban las dos orejas, cuatro dedos de la mano derecha y el pie
izquierdo. Horrorizada y aturdida, la joven entreabrió la puerta y
tiró las monedas.
Por
muchos años, las pobres hermanas vivieron sumidas en deudas,
trabajando de sol a sol para saldarlas.
—Hermanas,
es hora de cambiar nuestro destino. No podemos vivir para cubrir las
deudas de nuestro padre. Tengo un plan y necesito que me ayuden —dijo
Rubí, la hermana menor.
La
joven se dirigió al cementerio con pala en mano, regresó a casa con
las monedas y las escondió en un cajón de la cocina. Nuevamente,
las hermanas cenaron felices y se acostaron a dormir.
Pero
al llegar la media noche, escucharon un golpe en la puerta y una
fantasmagórica voz decir:
—Rubí,
Rubí, entrégame lo que es mío o nunca me iré de aquí.
Poniendo
en marcha su plan, Rubí se acercó a la ventana y vio a su padre,
don Melquíades, de quien ya solo quedaba el esqueleto. La joven
abrió la puerta e invitó a su padre a pasar, las otras dos hermanas
temblaban de miedo.
—Papá,
siéntate en tu silla mecedora y déjanos conocer el motivo de tu
visita —dijo Rubí con un tono casual.
—Estoy
aquí por que me faltan mis monedas de oro —rugió don Melquíades
con una voz aterradora.
—Pero
papá, también te faltan los ojos, la nariz, la boca y las orejas.
¿Qué crees que pasó con ellos? —dijo Rubí.
—¡Se
los tragó la tierra! —respondió don Melquíades.
—Noto
que también te falta el tronco, los brazos y los pies. ¿Crees saber
qué pasó con ellos? —dijo Rubí, tratando de conservar la calma.
—¡Se
los tragó la tierra! —respondió don Melquíades.
—Y
lo mismo pasó con tus monedas. ¡Se las tragó la tierra! —exclamó
Rubí.
Dichas
estas palabras, don Melquíades saltó de la silla y desapareció
para siempre.
Y
por fin… sin la carga de las deudas, las hermanas vivieron muy
felices.
Leyenda
de Argentina
Versión
de Paola Artmann
2)
Respondé:
a-
¿Cómo era don Melquíades?
b-
¿Cuántas hijas tenía? ¿Cómo se llamaban?
c-
¿Qué las afligía?
d-
¿Cómo resuelven sus problemas?
3)
Escribí, en no más de cinco renglones, qué hubieras hecho vos si
estuvieras en el lugar de las tres hijas.
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